No estamos solos. Y no estoy hablando de objetos voladores
ni de personajes con dedos larguiruchos. Me refiero a otra casta. Seres
despreciables, desafiantes y bastante noctámbulos. Unos parásitos tan
inoportunos como poco deseados. Los
SABOTEADORES. Dicho así, hasta parece cómico. Podría tratarse de una serie de
dibujos animados donde unos ratones con gabardina tratan de hacer la vida
imposible a unos simpáticos felinos. Pero resulta que los gatitos duermen
plácidamente en sus cestas mientras estos especimenes nos escogen al azar y se
instalan en nuestras casas, en nuestros coches y, sobre todo ¡en nuestras
camas! ¿Perdón? ¿He dado yo permiso para que nadie se meta en mi cama? Pues ahí
están, chupando nuestra energía cual parásitos y taladrando a sus anchas con
cualquiera de sus frases preferidas. ¡Hasta se han hecho varios grupos en
Facebook!: 'Yo también se que NO PODRÁS', 'Eres guapa, si, pero de cara a la
pared', 'Si dos más dos son cuatro, tu eres un cero a la izquierda' o 'Si no
puedes diferenciar entre “A VER” y “HABER” mereces morir'. Hace una semana me
envalentoné. Estaba demasiado habituada a escuchar y a dejarme manipular por mi
saboteador particular. Pensé ¿por que no vernos? Uno frente al otro. Ponerle
rostro de una vez. Parlamentar cara a cara. ¿Que digo parlamentar? Dejarle bien
anclados los puntos sobre las íes. Al principio me puse muy nerviosa. Luego un
poco más. ¿Como sería? ¿Qué le iba a decir? y lo más importante ¿qué me pondría
para la cita? ¿Seductora a lo femme-fatale? ¿Debería llevar un látigo o una
recortada? ¿Vestirme quizás como Lisbeth Salander para intimidar? Sin tener aún
claro el atuendo, me armé de valor. Le dejé una nota encima de la almohada. 'Si
tienes lo que hay que tener, nos vemos hoy en la cocina. A las 10pm'. Y me fui
a trabajar más hinchada que un pavo real.
Os resumo más o menos como transcurrió el día: 9am. Me muerdo las uñas.
9.40 am. Me arrepiento. 11.25 am. Pienso en un discurso convincente encerrada
en el baño. 12.09pm. Me arrepiento. 13.14pm. Practico unas patadas de karate
mientras me como un sandwich en el parque. 13.17pm Miro desafiante a un par de
niñatos que no paran de reírse de mi. 17pm. Sigo pensando en el modelo que me
voy a poner. 17.15pm. No lo tengo nada claro. 19.07pm Me acabo de comprar un
nuevo vestido. Negro. Neutro pero elegante. Antes muerta que sencilla. 20.10pm.
Me doy una ducha. 20.45pm. Ceno algo. Tengo un nudo en el estómago. 21.35pm.
Practico contorsionismo mientras trato de subir yo sola la cremallera del
vestido. 22pm. Abro la puerta de la cocina. Ahí está. Es un ¡PRP!
No me lo podía creer. ¡Se trataba de un Pepero Repeinado
Prepotente! ¿Así que ese era mi saboteador? Ni siquiera era muy alto y tenía de
seductor lo mismo que Rajoy en bañador y calcetines. Por no hablar de ese pelo
engominado y de una sonrisa más falsa que el propio Judas. ¿Entonces? ¿Por que
narices me había dejado yo engatusar por un ser así? La repuesta la obtuve al
instante y duró una hora de reloj, la misma que él usó para monologar sobre
cómo anular al prójimo y no tener remordimientos de conciencia. Aguanté
estoicamente, aunque la paciencia nunca ha sido uno de mis grandes dones. Cuando no pude más, me levanté y, mirándole a
los ojos, le dije lo más claro que pude que una tiene un aguante, pero que el
día que me cabreo, me transformo en humo negro y ¡no respondo! Reconozco que en
mi afán por mantener la calma y la cordura no logré controlar el volumen de
decibelios que salieron por mi boca. Fuera por lo que fuese mi pequeño engominado
quedó fuera de juego durante unos
segundos y allí estaba yo, preparada para aprovechar ese momento de debilidad.
Mentalmente, y sin despeinarme, levité al más puro estilo Matrix. Le asesté dos
buenas patadas allá donde más duele y rematé con un codazo en la clavícula.
Luego me transformé en Jackie Chan, trepé por las paredes y, dando un mortal
hacia atrás, caí sobre sus hombros para dejarlo completamente noqueado. A la
práctica, le espeté que no quería volver a encontrármelo por ahí. Que no había
sitio para los dos (y menos cuando ya soy humo acalorado) y que yo misma le
ayudaría a encontrar otro lugar para vivir. Tal fue mi determinación que no
hubo lugar para réplicas. Y así lo hice. Le encontré un ático pequeño pero
acogedor. Sin demasiadas vistas. 'Ideal Saboteadores' ponía el anuncio. Hace
una semana que se mudó y nada más he sabido de él. Pero no soy ilusa. Otro Saboteador/a
puede llegar en cualquier momento. Estoy
preparada. Tengo el vestido, la técnica y el discurso pero sobre todo tengo
muchas más cajas que almacenar en el altillo.
Me llaman Humo.
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