El otro día me dijeron que todos llevamos una bellota en nuestro interior. Una bellota única y dispuesta a convertirse en el mejor de los robles si sabemos cuidarla adecuadamente. Todos los recursos para hacerla crecer residen en nuestro interior, y en nuestras manos está el hacer el mejor uso de ellos. Que cada bellota es única y que en esa exclusividad reside nuestro especial e irresistible poder de seducción. Reconozco que me quedé un tanto perpleja ante esta revelación ¿Seducir con una bellota? El mero hecho de juntar estas dos palabras me descolocó. Una bellota no brilla, no reluce, ¡no atrae las miradas! ¿Cómo demonios iba a seducir con una bellota? Si me hubieran dicho que todos tenemos un magnífico cristal de Swarovski le hubiera encontrado más sentido. ¿Pero una bellota? ¿La misma que trae loca a la ardilla de Ice Age? Nunca me he considerado una persona especialmente seductora. Yo creo que no tengo bellota - dije. Para ser sinceros, lo primero que me pasó por la mente fue que yo debía tener una pipa pequeña y que por eso no la encontraba. Lo segundo que a mi me gusta mucho el color naranja, así que yo prefería tener una pipa de calabaza en lugar de una dura bellota marrón. Lo tercero fue que quizás estaba perdiendo el norte entre tanto fruto. Me insistieron una vez más. Yo tenía una preciosa bellota dentro de mí y que me podía pasar toda la vida tratando de cambiar bellota por pipa pero que eso no me llevaría más que a una lucha sin fin y a un desgaste energético que me iba a privar de toda felicidad. ¡Eso si que no! Si mi felicidad pasa por regar a una bellota, yo la riego como la que más. Pensé entonces en mi pobre bellota maltratada y abandonada durante tantos años y en cómo serían las bellotas de Claudia Schiffer, de Cindy Crawford o de la mismísima Sara Carbonero. Ellas debían haber cultivado un magnífico roble desde hacía mucho tiempo. Sin embargo yo seguía algo reticente. A Paris Hilton fijo que le dieron Swarovski en lugar de bellota al nacer. Eso, o había sido suficientemente inteligente como para cultivar el mejor de los robles y cambiarlo luego de estraperlo por joyas y mansiones. Pero si bellota y seducción no me habían encajado en un inicio, Paris Hilton e inteligencia no lo harán nunca. Así que me fui camino a casa pensando en mi pequeño y recién encontrado fruto ¡que no era un fruto cualquiera! Era el fruto capaz de volver loco al mejor de los cerdos ibéricos. Y me sentí bien, fuerte y hasta un poquito seductora. Después de buscar cómo cultivar un roble en Internet y de enterarme entre otras cosas que a los pobres no les gustan los veranos demasiados secos ni los ambientes donde haya poca humedad, le proporcioné agua y tierra en abundancia. Nos fuimos a descansar las dos. Dormimos plácidamente, en mi caso, mejor que nunca.
A la mañana siguiente me miré al espejo y vi una gran BELLOZA en mi interior.
Me encanta!!! Tú bellota es magnifica y su capacidad de seducción existe!!!! Yo la conozco! ;)
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