jueves, 19 de julio de 2012

Con la S de Saboteadores




No estamos solos. Y no estoy hablando de objetos voladores ni de personajes con dedos larguiruchos. Me refiero a otra casta. Seres despreciables, desafiantes y bastante noctámbulos. Unos parásitos tan inoportunos  como poco deseados. Los SABOTEADORES. Dicho así, hasta parece cómico. Podría tratarse de una serie de dibujos animados donde unos ratones con gabardina tratan de hacer la vida imposible a unos simpáticos felinos. Pero resulta que los gatitos duermen plácidamente en sus cestas mientras estos especimenes nos escogen al azar y se instalan en nuestras casas, en nuestros coches y, sobre todo ¡en nuestras camas! ¿Perdón? ¿He dado yo permiso para que nadie se meta en mi cama? Pues ahí están, chupando nuestra energía cual parásitos y taladrando a sus anchas con cualquiera de sus frases preferidas. ¡Hasta se han hecho varios grupos en Facebook!: 'Yo también se que NO PODRÁS', 'Eres guapa, si, pero de cara a la pared', 'Si dos más dos son cuatro, tu eres un cero a la izquierda' o 'Si no puedes diferenciar entre “A VER” y “HABER” mereces morir'. Hace una semana me envalentoné. Estaba demasiado habituada a escuchar y a dejarme manipular por mi saboteador particular. Pensé ¿por que no vernos? Uno frente al otro. Ponerle rostro de una vez. Parlamentar cara a cara. ¿Que digo parlamentar? Dejarle bien anclados los puntos sobre las íes. Al principio me puse muy nerviosa. Luego un poco más. ¿Como sería? ¿Qué le iba a decir? y lo más importante ¿qué me pondría para la cita? ¿Seductora a lo femme-fatale? ¿Debería llevar un látigo o una recortada? ¿Vestirme quizás como Lisbeth Salander para intimidar? Sin tener aún claro el atuendo, me armé de valor. Le dejé una nota encima de la almohada. 'Si tienes lo que hay que tener, nos vemos hoy en la cocina. A las 10pm'. Y me fui a trabajar más hinchada que un pavo real.  Os resumo más o menos como transcurrió el día: 9am. Me muerdo las uñas. 9.40 am. Me arrepiento. 11.25 am. Pienso en un discurso convincente encerrada en el baño. 12.09pm. Me arrepiento. 13.14pm. Practico unas patadas de karate mientras me como un sandwich en el parque. 13.17pm Miro desafiante a un par de niñatos que no paran de reírse de mi. 17pm. Sigo pensando en el modelo que me voy a poner. 17.15pm. No lo tengo nada claro. 19.07pm Me acabo de comprar un nuevo vestido. Negro. Neutro pero elegante. Antes muerta que sencilla. 20.10pm. Me doy una ducha. 20.45pm. Ceno algo. Tengo un nudo en el estómago. 21.35pm. Practico contorsionismo mientras trato de subir yo sola la cremallera del vestido. 22pm. Abro la puerta de la cocina. Ahí está. Es un ¡PRP!

No me lo podía creer. ¡Se trataba de un Pepero Repeinado Prepotente! ¿Así que ese era mi saboteador? Ni siquiera era muy alto y tenía de seductor lo mismo que Rajoy en bañador y calcetines. Por no hablar de ese pelo engominado y de una sonrisa más falsa que el propio Judas. ¿Entonces? ¿Por que narices me había dejado yo engatusar por un ser así? La repuesta la obtuve al instante y duró una hora de reloj, la misma que él usó para monologar sobre cómo anular al prójimo y no tener remordimientos de conciencia. Aguanté estoicamente, aunque la paciencia nunca ha sido uno de mis grandes dones. Cuando no pude más, me levanté y, mirándole a los ojos, le dije lo más claro que pude que una tiene un aguante, pero que el día que me cabreo, me transformo en humo negro y ¡no respondo! Reconozco que en mi afán por mantener la calma y la cordura no logré controlar el volumen de decibelios que salieron por mi boca. Fuera por lo que fuese mi pequeño engominado quedó fuera  de juego durante unos segundos y allí estaba yo, preparada para aprovechar ese momento de debilidad. Mentalmente, y sin despeinarme, levité al más puro estilo Matrix. Le asesté dos buenas patadas allá donde más duele y rematé con un codazo en la clavícula. Luego me transformé en Jackie Chan, trepé por las paredes y, dando un mortal hacia atrás, caí sobre sus hombros para dejarlo completamente noqueado. A la práctica, le espeté que no quería volver a encontrármelo por ahí. Que no había sitio para los dos (y menos cuando ya soy humo acalorado) y que yo misma le ayudaría a encontrar otro lugar para vivir. Tal fue mi determinación que no hubo lugar para réplicas. Y así lo hice. Le encontré un ático pequeño pero acogedor. Sin demasiadas vistas. 'Ideal Saboteadores' ponía el anuncio. Hace una semana que se mudó y nada más he sabido de él. Pero no soy ilusa. Otro Saboteador/a puede llegar en cualquier momento.  Estoy preparada. Tengo el vestido, la técnica y el discurso pero sobre todo tengo muchas más cajas que almacenar en el altillo.

Me llaman Humo. 

domingo, 8 de julio de 2012

Con la B de Belloza


El otro día me dijeron que todos llevamos una bellota en nuestro interior. Una bellota única y dispuesta a convertirse en el mejor de los robles si sabemos cuidarla adecuadamente. Todos los recursos para hacerla crecer residen en nuestro interior, y en nuestras manos está el hacer el mejor uso de ellos. Que cada bellota es única y que en esa exclusividad reside nuestro especial e irresistible poder de seducción. Reconozco que me quedé un tanto perpleja ante esta revelación ¿Seducir con una bellota? El mero hecho de juntar estas dos palabras me descolocó. Una bellota no brilla, no reluce, ¡no atrae las miradas! ¿Cómo demonios iba a seducir con una bellota? Si me hubieran dicho que todos tenemos un magnífico cristal de Swarovski le hubiera encontrado más sentido. ¿Pero una bellota? ¿La misma que trae loca a la ardilla de Ice Age? Nunca me he considerado una persona especialmente seductora. Yo creo que no tengo bellota - dije. Para ser sinceros, lo primero que me pasó por la mente fue que yo debía tener una pipa pequeña y que por eso no la encontraba. Lo segundo que a mi me gusta mucho el color naranja, así que yo prefería tener una pipa de calabaza en lugar de una dura bellota marrón. Lo tercero fue que quizás estaba perdiendo el norte entre tanto fruto. Me insistieron una vez más. Yo tenía una preciosa bellota dentro de mí y que me podía pasar toda la vida tratando de cambiar bellota por pipa pero que eso no me llevaría más  que a una lucha sin fin y a un desgaste energético que me iba a privar de toda felicidad. ¡Eso si que no! Si mi felicidad pasa por regar a una bellota, yo la riego como la que más. Pensé entonces en mi pobre bellota maltratada y abandonada durante tantos años  y en cómo serían las bellotas de Claudia Schiffer, de Cindy Crawford o de la mismísima Sara Carbonero. Ellas debían haber cultivado un magnífico roble desde hacía mucho tiempo. Sin embargo yo seguía algo reticente. A Paris Hilton fijo que le dieron Swarovski en lugar de bellota al nacer. Eso, o había sido suficientemente inteligente como para cultivar el mejor de los robles y cambiarlo luego de estraperlo por joyas y mansiones. Pero si bellota y seducción no me habían encajado en un inicio, Paris Hilton e inteligencia no lo harán nunca. Así que me fui camino a casa pensando en mi pequeño y recién encontrado fruto ¡que no era un fruto cualquiera! Era el fruto capaz de volver loco al mejor de los cerdos ibéricos. Y me sentí bien, fuerte y hasta un poquito seductora. Después de buscar cómo cultivar un roble en Internet y de enterarme entre otras cosas que a los pobres no les gustan los veranos demasiados secos ni los ambientes donde haya poca humedad, le proporcioné agua y tierra en abundancia. Nos fuimos a descansar las dos. Dormimos plácidamente, en mi caso, mejor que nunca.

A la mañana siguiente me miré al espejo y vi una gran BELLOZA en mi interior.