domingo, 18 de noviembre de 2012

Con la P de Plata



melena color plata
Su larga melena color plata, inusual en una mujer de su edad, lucía espléndida y repleta de la misma vitalidad que la llenaba por dentro. Le gustaba llevar el pelo suelto. ¡Los moños eran de vieja! No entendía cómo las jóvenes de hoy en día se empeñaban en recogerse la melena de mil y una maneras pudiendo lucir ese rasgo tan femenino. Habían sido tantos años de estricto ballet, de maillots apretados y cabello estirado, que ahora solo se sentía bien viviendo en general de manera holgada y libre. Se mesó el cabello deslizando sus largos y finos dedos. ¡Manos de bruja!, le decía su nieta, entre carcajadas, cada vez que la veía. Y ella se reía y se hacía la ofendida. Entonces le explicaba cuentos de brujas buenas donde esas manos fabricaban pócimas mágicas y la niña la escuchaba embelesada. Eran ciertamente unas manos huesudas y hasta cierto punto arrugadas, pero le resultaban entrañables y le recordaban con cariño a su madre y a su abuela, gran pianista esta última; ellas las habían lucido exactamente igual en aquella época donde las caras eran caras y no burlas de bisturí. Cogió su taza de café recién hecho y se dispuso a disfrutar una vez más de su lectura matutina. De repente la niebla bajó espesa desde las montañas y lo tiñó todo de un gris húmedo. 
niebla gris
Se puso su mantón de lana merina por los hombros y abrió el portalón de madera. Avanzó invisible entre la niebla, camuflada bajo su cabellera del mismo color. El aire gélido ni siquiera sonrojó sus mejillas. Se apresuró en recoger unas hierbas y troncos de madera antes de entrar de nuevo en la casona. Se sentó frente a la chimenea en una pequeña silla de madera que había pertenecido a su bisabuela y encendió el fuego. Los troncos comenzaron a gemir y ella colocó el puchero encima, dispuesta a elaborar un antiguo brebaje que requería de cierta paciencia y habilidad. María llegaría por la tarde y ella lo quería tener todo dispuesto para la llegada de su querida nieta. Dedicó una tierna sonrisa a Astrid, su vieja gata negra que se había enroscado en el sofá. Una vez más quedaría hipnotizada con el chisporrotear de los troncos.


*Esta palabra ha sido sugerida por Patxi. ¡Muchas Gracias!

sábado, 3 de noviembre de 2012

Con la C de Confitería

caramelos colores
Tras de mi la campanilla tintinea con el cierre de la puerta. Inmediatamente huelo esas maravillosas combinaciones de harina, huevo y azúcar que, una vez horneadas, lo inundan todo con su cálido y dulce aroma. Aspiro hondo mientras miles de coloridas bolas de caramelo me miran curiosas desde el recipiente de cristal que reposa en el mostrador de la entrada. Me llaman la atención tres bandejas verdes de cerámica dispuestas unas sobre otras en forma de árbol de Navidad. Me enseñan unas traviesas madalenas disfrazadas de nidos de pájaros, de flores imposibles y de tiernos animales. Tan esponjosas como apetitosas desprenden un envolvente olor a frutos rojos, nueces, piña colada y al chocolate más intenso. Detrás de ellas, al lado del horno, una cascada de miel cae sobre unos bollos recién hechos que, aún calientes, la absorben y se impregnan de su acaramelado sabor.
cupcakes
Trespometes

Corazones, estrellas, margaritas y tulipanes de azúcar se codean con las ostentosas vitrinas de pasteles de todos los sabores. Bizcochos de almendras con chocolate y leche de coco, deliciosas combinaciones de fresas y nata, pasteles de manzana con canela y suculentos roscones con fruta confitada imponen su autoridad y veteranía frente a nubes, cerezas, plátanos y moras de goma que se amontonan unos sobre otros formando una inmensa tarta de golosinas de cinco pisos que culmina con sendas piruletas de todos los colores.
Buñuelos de natas, crema, trufa y cabello de ángel se disputan los mejores puestos en el expositor refrigerado. Por encima de ellos sonríen las pequeñas mousses individuales que son verdaderas obras de arte a base de frutas tropicales, merengue, virutas de cacao y chocolate blanco. A su izquierda, una mesa de madera repleta de deliciosas y doradas roscas de hojaldre bañadas con yema que están pidiendo a gritos un baño en una buena taza de té o café.
Trespometes
Los bombones tienen un estante propio y no comparten su protagonismo con nadie. Envueltos por capas de vainilla, trufados con sabor a tofe, rellenos de jugoso albaricoque, con sabor a grosella negra o bañados con una mezcla  de café y el mejor wiski escocés. Esperan pacientes y en orden para poder llenar elaboradas cajas de cartón que les llevarán a hacer las delicias de los paladares más exigentes.
Tras de mi vuelve a sonar la campanilla mientras echo una última mirada a las bandejas de crujientes galletas en forma de abanico y a las pastas de té rellenas de delicadas mermeladas caseras. 


*Esta palabra ha sido sugerida por Patricia. ¡Muchas Gracias!