domingo, 27 de enero de 2013

Con la W de Wonderful


Camuyla era una hormiga singularmente bella y delicada; sus largas pestañas, su minúscula cintura y su contorneo al caminar volvían locos a todos sus congéneres masculinos y provocaba la envidia entre el resto de obreras menos agraciadas. Romolonualdo por el contrario era un ejemplar de fornidas patas, valiente y vigoroso que trabajaba feliz de sol a sol al frente de su pelotón de soldados. Romolonualdo era muy apreciado por toda la comunidad. Contagiaba su entusiasmo allí por donde pasaba y ayudaba a los más débiles siempre que era menester. Por el resto del hormiguero eran conocidos como Muy y Molón respectivamente. El primer día que se cruzaron fue en el pasillo entre la quinta y la sexta galería. Andaba Muy cargada con medio grano de arroz bajo el brazo y una semilla de sésamo sobre su cabeza cuando Molón le vio por el rabillo del ojo. Sin dudarlo acudió raudo y veloz a socorrer a la bella damisela y sólo hizo falta un parpadeo de Muy para que a Molón le temblaran hasta las antenas. Muy también se ruborizó al instante ante aquella hormiga de marcadas mandíbulas, y adquirió un ligero tono sonrojado en las mejillas que embaucó aún más a nuestro corpulento soldado. Éste no durmió en toda la noche pensando en la manera de coincidir de nuevo con ella. La vida hasta entonces conocida se le antojaba sosa, monótona y carente de toda gracia. Necesitaba agarrarse a esa cinturita y no soltarla jamás pero ¡la Reina no le iba a poner las cosas nada fáciles! Esa tirana era capaz de arrancarle la cabeza de un mordisco sin despeinarse. Dada su naturaleza optimista y en parte despreocupada, se recordó a sí mismo que él no era una hormiga fácil de desanimar: ¡Lo inalcanzable se puede conseguir! ¡Energía no me falta! —se dijo, y recordó las palabras de su sabia madre: ‘Si puedes soñarlo, puedes hacerlo’.

A la mañana siguiente, antes de que su pelotón se pusiera en marcha, se acicaló las antenas y se dispuso a recorrer pasillo a pasillo hasta dar con Muy y declararle su nuevo y repentino amor. El esfuerzo resultó ser menor del esperado ya que Muy y su cintura estaban casualmente agazapadas a la salida de la galería donde él dormía con sus hombres. Torpemente agarró la mano de Muy y le espetó casi sin respirar:

—Te quiero y te requiero. Eres el tinto de mi verano y la chispilla de mi vida. Lo nuestro es de otro planeta nena. ¿Quieres dejarlo todo y salir a ver mundo conmigo?

Muy abrió unos ojos como platos. Luego miró al suelo y permaneció callada unos segundos. A Molón el corazón se le salía del pecho, las patas le sudaban y hasta sintió un ligero mareo.

—Aunque nos lo pinten todo muy crudo, estoy segura que juntos la vida es mejor —respondió por fin—. ¡Y lo que digan los demás, me importa un pimiento! ¡Lo nuestro saldrá redondo! — y pestañeó una vez más como sólo ella sabía hacer.

Juntos y repletos de optimismo echaron a correr sin mirar atrás hasta que por fin llegaron al exterior. La luz les cegó momentáneamente los ojos pero pronto descubrieron el agradable calor del sol y el aire fresco que les llenó aún más de valor y energía. Finalmente se habían decidido a hacer algo completamente nuevo para alcanzar algo que nunca habían tenido: la libertad de ser ellos mismos. Ahora, dos años después y disfrutando de un mini hormiguero  que construyeron ellos mismos (y que decoraron con exquisito gusto todo hay que decirlo), siguen  sonriendo pensando en todos los obstáculos sorteados. Una vez estuvieron a punto de ser aspirados por el hocico húmedo y descarado de un cachorro de perro maltés. En otra ocasión casi se despiden de este mundo debajo del pie de un bebé que comenzaba a caminar. Tuvieron suerte pues las pisadas del chaval no eran en absoluto firmes. Aún se ríen ahora del primer aguacero que les tocó vivir. Las gotas caían como cañones de artillería y  les pilló completamente de improvisto. Tras el susto inicial lograron refugiarse esa y tantas otras veces, para descubrir que al final de la tormenta siempre sale el arcoíris; solo es cuestión de que pase el chaparrón para ver las cosas de otro color.

Ahora tienen un bebé. Se llama Wonderful. Sus orgullosos padres no paran de repetirle que lo único imposible es aquello que no intentas. Están seguros que Wonderful podrá con todo lo que se proponga y que un día le tratarán de señor y que será mundialmente conocido. Señor Wonderful. Mr.Wonderful.

lonuestroesdeotroplaneta
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* Dedicado a @mrwonderful_  por sus recién estrenados dos añitos! para que nos sigan ilusionando muchos años más.